Llega el verano y es momentos de helados y bebidas frías, sin embargo, hay un problema muy habitual entre la población, la sensibilidad dental, problema que se ve acentuado con la ingesta de cosas frías que nos incomoda enormemente.
¿Qué causa esta sensibilidad?: Nuestros dientes están formados por tres capas principales: el esmalte, la dentina y la pulpa. Es en la capa intermedia, la dentina, donde se encuentran “los túbulos dentinarios” que son los causantes de esta desagradable sensación. Estos pequeños conductos conectados a terminaciones nerviosas reaccionan antes estímulos externos.
Las principales causas que provocan la sensibilidad son:
- Las caries: cuando una caries llega a la dentina, estos túbulos quedan expuestos y reaccionan ante el frío, los ácidos o incluso al tacto.
- Retracción gingival: la retracción de encías es otra de las causas principales. En una encía sana, ésta, cubre los cuellos de los dientes, sin embargo, al retraerse, queda expuesta la dentina y por consiguiente aparece la dichosa sensibilidad.
- Bruxismo: rechinar y apretar los dientes: el hecho de rechinar los dientes, provoca a largo plazo un desgaste importante del esmalte, este desgaste genera unas lesiones en copa en las cúspides de los dientes que producen la tan desagradable sensibilidad.
- Blanqueamientos y limpiezas: este tipo de tratamientos dentales pueden provocar sensibilidad, sin embargo, es una sensibilidad transitoria que desaparece transcurrido un periodo de tiempo.
¿Cómo tratarla?
- Un correcto cepillado dental, es fundamental para prevenirla y evitar que se vuelva a producir.
- Se deben evitar los alimentos ácidos y las bebidas carbonatadas.
- Usar colutorios o geles específicos para la sensibilidad dental pueden ayudar a mejorar ya que actúan cerrando el túbulo dentinario.
- Además nuestro dentista debe valorar el cubrir los cuellos de los dientes o hacer una férula u otros tratamientos que reduzcan la sensibilidad dentinaria.